"Cuando Teo Casal publica su novela "Los pretendientes de la Señorita Isabel", en el pequeño pueblo donde habita, todo el mundo cree que va a ser el primero de una larga lista de éxitos. Pero, el libro pasa sin pena ni gloria y pasan los años sin que su carrera despegue, ni siquiera consigue vender otro manuscrito. <BR><BR> Ya ha decidido abandonar y dedicarse a sus clases cuando llega la oportunidad de su vida, un conocido director de cine quiere adaptar su libro.<BR><BR> ¿Será esta vez la buena? ¿Sobrevivirá a una adaptación de su obra? ¿Permitirá que otros jueguen con sus criaturas?".
\"Un inocente nos cuenta su infancia en los ochenta. Se podría decir que este inocente es hijo de la generación de los pícaros. Cuenta su vida por medio de una novela gráfica, El hijo del legionario, escrita y dibujada en la primera persona de Aitor Saraiba. No solo tiene el valor del dibujo. Saraiba atesora el don de la narración literaria. Su historia arranca así: \"Nací en Talavera de la Reina en 1983, el 1 de junio, mi padre cumple los años el mismo día, durante años esto es lo único que hemos compartido. Talavera tiene muchos barrios, el mío es Patrocinio de San José, y no, no es lo mismo ser de Talavera que ser de Patro\". Los vaivenes de la infancia y la juventud de Aitor no están movidos por su espíritu aventurero sino por los desastres sentimentales y económicos de sus padres. Cómo el arte le ayuda a escapar de un destino incierto, a salir del armario y a perdonar al rudo legionario es algo que planea durante toda esta emocionante historia. Con qué pocas palabras se puede contar la complejidad de una vida que aún ha de dar mucho de sí, pero que empezó de la peor manera\". –Elvira Lindo
Los fundadores de Míseres construyeron sus casas en lo más alto de la sierra huyendo de la peste que asolaba en aquel tiempo el país. Había tan poco espacio en la cresta de las montañas que decidieron no desperdiciarlo haciendo calles, así que cuando un vecino quiere ir a visitar a su hermano tres casas más allá, debe pasar por el interior de las casas que hay entre las dos. En Míseres la gente no puede tener secretos. Sin embargo hay uno muy gordo, un gigantesco secreto que sólo un habitante conoce y está deseando compartirlo con alguien de fuera. Entren si se atreven.